Fuego Liquido

Fuego Liquido
Muchas veces creemos que el agua es fría y gélida, por lo que es mala. Otras tantas pensamos que el fuego es candente y peligroso, y es malo. Pero, los dos dan vida, entonces, ¿fuego o agua?

++Frase Aleatoria++

No importa lo que haga, cada persona en la Tierra está siempre representando el papel principal de la Historia del mundo. Y normalmente no lo sabe

junio 26, 2008

Hielo Eterno

Hielo Eterno


Despertó inquieto. Su corazón latía con fuerza, con violencia. Su respiración agitada levantaba su pecho cada vez más. Cerró los ojos y volvió a abrirlos, intentando calmarse. Se giró lentamente, conteniendo el aliento, como cada mañana. Y la vio. La vio ahí, dormida, angelical como ninguna, irradiando paz y amor a su alrededor, embelleciendo todo ser y objeto con su luz. Sus facciones suaves y delicadas se mantenían relajadas, en su estado natural, sin sonrisas forzadas ni muecas grotescas. Su cabello alborotado enmarcando su pálido rostro, de forma de corazón, otorgándole un aire de diosa, de ninfa salvaje.

Suavemente, él levantó una mano y, con su dedo, le acarició la mejilla. Ella no se inmutó. Un escalofrío recorrió la espalda de él cuando notó lo helada que estaba. Él siguió recorriendo su mejilla con el dedo, pero ella no despertaba. Al acercarse a besarla, algo los separó…

Él recobró de pronto la conciencia, mientras volvía a notar el bullicio, los gritos, los pasos acelerados…

Se apoyó en el suelo para incorporarse. Al hacer esto, notó un dolor punzante en el brazo izquierdo. Haciendo una mueca de dolor, se puso de pie, y comenzó a caminar cojeando un poco. La gente corría a su alrededor, llorando y gritando, tirando de sus cabellos, desplomándose en el frío asfalto, retorciéndose y convulsionando. Madres histéricas abrazaban a sus hijos, jóvenes parejas que se abrazaban con fuerza, y se besaban como si todo fuera a acabar.

Como si todo fuera a acabar…

Sintió frío y, temblando de miedo, miró hacia el cielo. Allí, cual símbolo de muerte, el sol se imponía, un sol viejo, casi al culmine de su vida. Un sol oscuro, otorgando al mundo sus últimos latidos de luz y calor.

El hombre cayó en la cuenta y, con lágrimas en los ojos, comenzó a correr con rapidez, sin importar ya el dolor de su brazo y su pierna. Corrió llorando, con un destino fijo. Corrió impulsado por el terror, mientras la temperatura seguía bajando, y el día iba tornándose oscuro, con una luz cansina y apagada, como el morir de una vela.

Abrió rápidamente la puerta, las llaves temblando en su mano. Quiso que todo fuera un sueño, que esto no estuviera sucediendo. Pero los aullidos de lástima de los perros le hicieron convencerse de que esto era real. Recorrió sin fijarse la casa, tropezando varias veces. El reloj seguía su curso, con su tic-tac tranquilizador. La casa estaba tal y como la había dejado hacía media hora, al salir al trabajo. Justo cuando, a mitad de camino, un horrible dolor se había apoderado de él, y se había desmayado en medio de un mar de gritos.

El camino a su cuarto se le hizo eterno, y cuando finalmente abrió la puerta blanca, se acercó con lentitud al lecho.

Allí, envuelta en blancas sábanas, estaba ella, el amor de su vida, su existencia misma, su aliento cálido. Ella dormía, con paz y amor en su rostro. Sus facciones suaves descansando con tranquilidad. El levantó su brazo derecho, y tocó su mejilla con un dedo. La halló cálida, y lloró de amor. La mujer despertó, sobresaltada por el frío contacto. Él le sonrió, y ella también.

El sol se había apagado ya, y las palabras quedaron congeladas en la boca de él, detenidas por el frío paso de la muerte. Su dedo en la mejilla de ella, acariciándola para siempre. Ella, con sus facciones suaves, mirándolo con profundo amor y ternura en sus ojos color carmesí.


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