Fuego Liquido

Fuego Liquido
Muchas veces creemos que el agua es fría y gélida, por lo que es mala. Otras tantas pensamos que el fuego es candente y peligroso, y es malo. Pero, los dos dan vida, entonces, ¿fuego o agua?

++Frase Aleatoria++

No importa lo que haga, cada persona en la Tierra está siempre representando el papel principal de la Historia del mundo. Y normalmente no lo sabe

enero 08, 2008

¿Venganza o Amor?

¿Venganza o amor?

-¿Estás segura?- le preguntó el joven, con voz titubeante, y mirada intranquila.
-Claro que sí.- respondió la muchacha que frente a él estaba. Aunque su voz sonaba nerviosa, sus ojos y su expresión segura no dejaban entrever ni un solo atisbo de indecisión. Luego agregó, sonriendo tímidamente- Sabes que estoy dispuesta a cualquier cosa por ti.
Él le sonrió, pero sus ojos expresaban una inquietud que rayaba en el miedo, el terror, podría decirse.
-Es que…- murmuró dubitativo- No lo se. No creo que sea lo correcto- comenzó a decir, hasta que la voz de la chica lo interrumpió.
-Si es contigo, si es juntos, entonces no dudes nunca que es lo correcto- su gesto era severo, serio. Se diría que ella estaba más convencida que el joven. Y, en cierto modo, así era.
Como el chico abriera la boca para volver a replicar ella le posó un dedo en los labios y le besó suavemente.
-Te quiero, y estoy dispuesta a hacer lo que sea- le susurró al oído, con suavidad.
Él asintió en silencio.Ella le miró a los ojos, y le preguntó.
-¿Estás más tranquilo ahora?- su mano apretó lentamente la mano del chico, y éste sonrió confuso.
-Sí. Claro que sí.- dijo luego, con expresión segura y tranquila.
Pero no, él no estaba tranquilo, el no podía estar tranquilo. Luego de algunos besos, algunos minutos, y unas cuantas sonrisas, la joven rompió el silencio, mientras acariciaba el cabello de su compañero.
-¿A qué hora vendrás?- inquirió.
-A las once en punto.- respondió él, y agregó- Tus padres no estarán, ¿verdad?
-No, ya te lo he dicho- replicó la chica, con voz cansina- Saldrán a una cena y no volverán hasta muy entrada la noche.
-Ah, claro. Se me había olvidado- contestó él, pasando su mano por su cabello.
-Ya. Es hora de que partas- le dijo la chica, poniéndose de pié, y tomándole la mano- Debo arreglar mis cosas, y tu las tuyas. Nos vemos en unas horas.
-Tienes razón- asintió el joven, y, luego de pararse y estirarse, la abrazó, quizás un poco más fuerte de lo común.
Se despidieron con un beso, y él se fue, con la mente atribulada.
Mientras caminaba, se cuestionaba duramente en silencio.
“¿Por qué?”-se preguntaba, sintiendo la brisa golpear su rostro- “¿Por qué? No hay motivo…”¿O si lo había?
Sintió un leve malestar en la cabeza, y quiso, por un momento, dejar de pensar. Pero los pensamientos, astutos como siempre, no desperdiciaban los momentos de soledad del joven, para atacarlo y herirlo en lo más profundo.
“Ella no ha hecho nada”- pensó, acongojado.- “No se lo merece. Es inocente”- al repetir esta palabra en su cabeza sintió una punzada de culpabilidad en su corazón. Sus cavilaciones por la desierta acera lo llevaron a un punto mucho más profundo, algo que había estado evitando y desafiando durante un tiempo, algo que le hacía desesperar aún más que los pensamientos anteriores.“¿Y si ya no quiero hacerlo?”- pensó, con un atisbo de rebeldía- “¿Qué tal si me he arrepentido y no lo hago?”A su alrededor el paisaje se volvía más familiar, con sus casas medianas y calles sucias.“¿Qué tal si no lo hago?”- se preguntó a sí mismo y, como otras veces, una voz áspera, oscura, despiadada, le respondió.“Yo ya te di tu tarea, para sanar tu sed de venganza. Prometiste cumplirla costase lo que costase”El joven ni se inmutó. Estaba acostumbrado a aquella voz que le respondía a veces, desde la profundidad de su mente y su alma.
Abrió la puerta de la casa maquinalmente, y se sentó en el sillón.
-Pero, ¿y si me he arrepentido de hacerlo?- inquirió el joven, murmurando mentalmente- ¿Y qué si ya no deseo hacerlo?
-Lo harás- respondió la voz fría, acentuando su tono de crueldad.- Lo harás, y lo sabes.
-No, no lo haré- el joven respondía tercamente- No deseo hacerlo, ¿si?
-Si lo deseas- la frialdad invadió el cuerpo del joven, con cada palabra pronunciada por esa voz- Sabes que lo deseas profundamente. Son tus deseos más oscuros. Y lo harás. Terminarás cayendo, como antes lo has hecho. Caerás, y no podrás evitarlo, porque soy dueño de tu alma, tus pensamientos y sentimientos. Soy el amo de tus miedos más profundos.
El chico posó la cabeza sobre sus manos, y, sintiendo que su fuerza de voluntad era cada vez menor, volvió a alegar.
-No lo lograrás. Aún puedo controlar mis emociones, y hay un lugar donde no has logrado penetrar.
La voz guardó silencio, y luego replicó, con un susurro silbante y aterrador.
-¿Crees, acaso, que no conozco la profundidad de tu corazón? ¿Has osado pensar que puedes ocultarme algo? ¿Imaginas que hay algo que no conozco?- soltó una risa breve y estridente- Ingenuo. Me entregaste tu corazón, tu mente y tu alma, y ya no podrás esconderme nada.
-Te equivocas- murmuró el joven, casi sin fuerzas- Hay algo que no podrás tocar ni dominar jamás, porque no te dejaré entrar en él.
Hubieron unos instantes de silencio profundo, que el chico utilizó para respirar profundo y recuperar energía. Casi podía sentir los ojos de aquel ser, de aquel espectro maligno, recorriéndolo, descubriendo cada rincón, rompiendo cada defensa impuesta por sus sentimientos. Tras unos cuantos instantes en que le chico se sintió desnudo ante la voz, ésta dijo, irónico.-
¿Con que el pequeño se ha enamorado?- al escuchar esta frase, el joven sintió que sus últimas fuerzas lo habían abandonado, y que ya nada lo podría defender- ¿Con que el niño ha caído en ese juego?
-No- repuso, amargamente, el chico- Yo no me enamoro. Ya te lo dije una vez.
-Silencio- le ordenó la voz- Maldito mentiroso. ¿O acaso no recuerdas tu imagen sufriendo, llorando por una mujer? ¿No te ves pidiendo a gritos venganza? ¿No recuerdas haber jurado vengarte de todas las mujeres, sin importar nada, ni siquiera el amor? Insulso. Has caído en sus redes, y vas a sufrir.
-No, no voy a sufrir- replicó el joven, sin convencimiento- Yo la…
-¿La quieres? ¿La amas?
El chico sintió que le faltaba el aire. ¿La quería realmente? ¿O era sólo otro de sus juegos?
-Yo…- murmuró en voz alta, pero el zumbido en sus oídos y el vacío en su estómago le indicaron que el ser se había ido, en el peor momento, aprovechando la indecisión del muchacho, dejándolo con sus miedos.
Se sintió inmensamente solo, y se pasó una mano por la boca. Tocó un líquido suave y se percató de que estaba sangrando.
-¿Qué diablos?- exclamó, al notar en su boca el inconfundible sabor de la sangre. Se puso de pié con rapidez, pero sus piernas flaquearon y cayó al suelo, incapaz de moverse. Su boca con sangre le impedía gritar, y sus dedos no se movían. Su cuerpo no respondía a las órdenes de su mente. El dolor consumía cada partícula de su ser. Tras unos minutos y, con gran esfuerzo, logró incorporarse nuevamente. Luego de unos segundos, la sangre había desaparecido de su boca, y sus articulaciones recuperaban su habitual movilidad. Al enderesarse completamente, sintió un escalofrío en su espalda, y la garganta seca. Luego sucedió.
Sintió como si miles de cuchillos candentes le perforaran cada milímetro de su cuerpo. Su cara le ardía dolorosamente. Caminó a tropezones hacia el baño y ahí, se observó en el espejo. Pequeños rasguños le abrían la piel por todo el rostro, y le hacían sangrar profusamente. Quiso gritar, pero su voz no salió de su garganta. Sus manos tiritaban violentamente. Su vista se nubló y sus rodillas temblaron. Se afirmó en el lavamanos e intentó respirar.-
¿Lo harás?- resonó la voz en su cabeza, desafiante- ¿Cumplirás tu sentencia?
El joven apretó los ojos y frunció el ceño. Estaba juntando todas sus fuerzas para no dejarse vencer ante la voluntad del ser. Finalmente, balbuceó, mientras un hilillo de sangre corría por la comisura de la boca.
-No. No lo haré- sintió punzadas en su cabeza y espalda- No lo haré. No lo haré.
-Si lo harás- susurró la voz fría- Lo harás, ¿verdad?
El chico intentó respirar, pero el aire no llegaba a sus pulmones. Uniendo sus fuerzas, y evocando la imagen de su compañera en su mente, gritó.
-¡¡No lo haré!! ¡¡La amo!!- y se desplomó en el suelo, exhausto. La voz se había ido.
Notó que ya no tenía sangre en la cara, y que su respiración volvía a su ritmo habitual. Volvió a la sala y miró la hora. Ya era las 10:30. Al parecer, el tiempo había pasado más rápido de lo habitual mientras el discutía con la voz. Fue a la habitación y tomó el bolso. Comenzó a echar en él varias prendas de ropa, junto con música y libros.
-No me vas a vencer- musitó en voz baja- No me ganarás.
Guardaba las cosas con violencia, farfullando maldiciones contra el ser. Cuando, en el salón se aprestaba a ponerse la chaqueta para ir a buscar a su amor, sintió un cosquilleo en la pierna, y, al mirar hacia abajo, se quedó helado. Una serpiente de color negro con manchas amarillas subía por su pierna, enroscándose y apretándolo cada vez más. Su mirada era demoníaca y sus colmillos relucían con malicia. El joven quiso sacarla de ahí, pero la víbora, en un acto rápido, le mordió tres veces en la rodilla. El muchacho gritó y cayó al sillón, retorciéndose de dolor. Sentía la sangre empaparle el pantalón. Se tocó la pierna y notó que la serpiente ya no estaba y, al mirar a su alrededor se percató de que todo estaba oscuro. También sintió un amodorramiento por todo su cuerpo y se dio cuenta que no estaba en casa, que no estaba en ningún lugar. Chirriantes sonidos le rompían los oídos, mientras que un dolor se extendía por cada célula de su cuerpo. Pero no podía gritar, estaba atrapado. Apretó los ojos y vio a su amor, a su joven amiga sentada en una cama, llorando desesperada. Quiso correr, abrazarle, decirle que todo estaba bien. Pero no pudo. Y, mientras sentía que se quemaba por dentro, escuchó la voz cerca de su oído, susurrando, siseando desagradablemente.
-¿Lo harás?- el chico estaba aterrado- Tengo toda la eternidad para hacerte sufrir. Tengo miles de forma para aterrarte y hacerte gritas. Tomate tu tiempo, que tu cuerpo resistira, algo dolorosamente, eso si.- tras dejar una pausa, inquirió- ¿Lo harás?
-No-lo-haré- contestó el muchacho, diciendo cada palabra con gran esfuerzo.-Yo…
-Eres mío- siseó la voz.- Tengo tu ser en mis manos.
-No, no lo tienes- objetó el joven, sintiendo que le faltaba el aire.- Soy dueño de mi ser.
Una risa estridente resonó en su mente y los oídos le dolieron aún con más intensidad que los minutos anteriores, como si fueran a estallar. De pronto, la imagen de la chica volvió a su mente, y el joven sintió que su corazón y su vida entera se volcaban hacia ella.
-Linda, ¿no?- se burló el ser- Es una lástima tener este terrible destino. Además, es una lastima que algo tan bello como ella, pueda ser destruído tna facilmente. Dolor, dolor, y dolor. ¿Qué te parece?
El dolor seguía mortificando al chico, hasta que el ser dijo, cruelmente.
-¡Sufre! Caerás en mis redes, insulso. Caerás. Doblegarás tu voluntas hacia mí. Tengo tu ser.

Y el dolor se fue, junto con la imagen de su amor. Al abrir los ojos, se encontró tirado en el suelo, cubierto en sudor frío. Se puso de pié, tambaleándose. Sin miramientos, salió de la casa, con el bolso en su mano.
“No me vencerás, maldito”- pensó, evocando la imagen de su amada.
Caminaba rápido, pensando en su compañera. No dejaría que nada le sucediera, eso estaba claro. Ni siquiera se percató del momento en que la chica le abrió la puerta y le hizo pasar a la casa.
-¿Te sucede algo?- preguntó la muchacha, luego de abrazarlo.
-No, nada.- respondió el joven, evitando su mirada.- ¿Por qué?
-Te noto algo extraño- musitó la chica.
-Tranquila, amor- le contestó él, tomándole las manos- Son sólo los nervios.
Ella le sonrió, algo más tranquila y lo condujo hacia su cuarto. El joven miraba hacia todos los lados, como si se sintiera perseguido. Recordaba incansablemente las palabras del ser: “Caerás en mis redes”
-Amor- la voz de su compañera le sobresaltó.
-¿Si?- contestó el chico, rápidamente.
-Te he preguntado dos veces si estás listo- le reprochó la muchacha- ¿Qué te sucede?
El joven no respondió y se paró de la cama en que estaban sentados. Se acercó a la ventana y miró hacia la oscuridad de la noche. Sintió los pasos de la chica tras de él, y quiso alejarla, o alejarse, lo más posible.
“Lo harás”- la voz resonó en su cabeza, nuevamente. El ser había vuelto.
-¿Lo harás?- la voz de su amor llegó abruptamente a sus oídos- ¿Te irás conmigo?
-Sí, sí- titubeó el joven.- Claro que sí.
Se dio la vuelta y la vio sonreír.“¿Por qué le estoy haciendo esto?- se preguntó mientras abrazaba a su compañera- “Ella no me ha hecho nada, no me ha dañado”. Vio que la joven tomaba su bolso y abría la puerta decidida, esperándolo.
-¿Vamos?
Y el chico sintió como si un cristal se quebrara dentro de él. Pudo ver cómo sus ilusiones se desmoronaban y cómo todos los sueños que ambos tenían se destruían al recuerdo de aquella frase: “Caerás en mis redes”. Todo comenzó a nublarse a su alrededor, exceptuando la imagen de la chica, que lo miraba, confundida.
-¿Qué sucede?- inquirió la joven, soltando la manilla de la puerta- Vamos.
La muchacha estaba parada ahí, y el joven la contemplaba extasiado.
-Te amo- murmuró él, con los ojos en lágrimas.- Te amo más que a mi vida. Eres todo para mí. Mi vida, mi mente, mi alma y mi corazón.
Ella le sonrió, sin entender.
-Yo también te amo, mi niño- le susurró, dejando el bolso en el suelo y acercándose a él con suavidad. Se paró en frente del joven y le tomó las manos. A este contacto, el chico sintió que su corazón gritaba de dolor, desesperación y, también, de rechazo. Ella acercó su cara a la de él, con intensión de besarlo. Sus labios estaban sólo a unos cuantos centímetros y ambos podían sentir sus respiraciones y, sin embargo, cuando ella le iba a besar, el bajó la miraba y musitó.
-Perdóname- se dio la vuelta y se acercó a la ventana, llorando.
Ella le siguió y, cuando iba a tocarlo, él se volteó y gritó.
-¡No lo entiendes!- sus ojos y sus lágrimas expresaban una dolorosa agonía.- ¡Yo te amo! ¡Te amo!
Al parecer, la joven se asustó, ya que se alejó, preocupada.
-¡TE AMO MÁS QUE A MI VIDA, PERO NO PUEDO ESTAR CONTIGO! ¡NO PUEDO PERMANECER A TU LADO TODA MI VIDA! ¡DEBO DEJARTE!
-¿Qué estás diciendo? ¿De qué hablas?- le preguntó ella, mirándolo con aprensión.
-¡NO ENTIENDES!- gritó el joven- ¡DEBO DEJARTE, DEBO IRME!
-No- susurró la muchacha- No, tú no…
-SI PUEDO- explotó el muchacho, tirándose de los cabellos y llorando desesperado- TE AMO Y POR ESO TE DEJARÉ. ALÉJATE, NO QUIERO DAÑARTE.
Al decir esto se desplomó en el suelo y comenzó a sollozar, murmurando incesantemente: “No quiero dañarte... no quiero dañarte...”.
Al cerrar los ojos, veía a la chica, muerta, muerte en sus brazos. Muerta por su culpa. Muerta por sus manos.
“Lo harás”- resonó la voz en su mente y la voluntad del chico, que hasta entonces se había sostenido en el amor que sentía por la mujer, se rindió, dando paso al deseo oculto de su alma, a sus temores y, por supuesto, a la oscuridad y las tinieblas. Se puso de pié, tambaleante y se acercó al bolso. La chica respiraba agitadamente, ya que había visto un brillo en su amado, algo desconocido para ella hasta entonces. Un destello de maldad y crueldad, pero, a la vez, un destello de dolor y amor. El joven abrió un bolsillo pequeño del interior del bolso y cerró los ojos.
“Hazlo”- susurró la voz del demonio en su cabeza.
“La amo”- replicó su alma, ajada de dolor- “La amo con todo mi ser”
“Hazlo”- repitió la voz.
“No quiero dañarla”- dijo el muchacho, mientras gruesas lágrimas caían por sus mejillas- “La amo”
“Hazlo”- dijo la voz nuevamente, con más frialdad que nunca.- “Has caído en mis manos. Mátala”
El chico gritó y, luego, sin fuerzas para luchar, le murmuró algo a la muchacha, que contemplaba aterrada a su joven amor.
-Nunca he conocido a nadie tan bello como tu- su voz sonaba pastosa, anegada por las lágrimas- Te amo como nunca he amado. Nunca te olvidaré, amor de mi corazón. Ángel de mi pobre alma herida.
Y, dándose la vuelta hacia ella, enarboló el cuchillo que tantas otras veces había utilizado con el mismo fin, mientras un destello rojo relucía en sus ojos, y gruesas lágrimas caían por sus mejillas.

Fin

2 comentarios:

diego sebastián dijo...

uuuuuffhhh!! Increíble!!
Es el relato más atrapante que he leído, tenés una facilidad de descripción inigualable.
Seguí así y seguirás teniendo un admirador, me encanta que no seas tan explícita ni tampoco tan implícita.
Adeu! bye bye!!
http://unpocosonado.blogspot.com/

Earlad dijo...

que bueno que te haya gustado Venganza o Amor. Fue escrita con mucha pasion, una de las historias que mas me gusta es esta, sin duda.
Cuidate mucho!