++Frase Aleatoria++
febrero 23, 2008
Más alla, más aca.
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Yo aquí, parada, solitaria. Mirando el cielo que sobre mi ojos se extiende, infinitamente bello e increible. Sin mancha, sin pecado. Puro. Intocable.
Más alla, una sombra, un imagen. ¿Ilusion? No, no es ilusion. Siento su aroma, a temor y comprension. Lo recorro con la mirada, y lo siento dentro de mi. De toda la vida. De toda la vida lo conzco. Siempre ha estado aqui, ¿por qué nunca te vi? Quién nos puso en este cruel y tormentoso camino. Quién unió nuestros destinos. Suerte, dirían algunos. ¿Por qué suerte? Más alla de mi se extiende un páramo hermoso, mi futuro, mis anhelos. Y, en medio de él, tu figura se destaca, casi como una sombra. ¿Por qué estás tan dentro de mi vida? ¿Cuál es nuestro futuro?
Injusto. No es justo. Dos almas iguales, dos sentimientos, dos seres. Dos entes que vagaban eternamente, buscandose, sin saber que existian. Y, como el cristal que se quiebra, se encuentran. Maldita y bendita suerte. El amor flota, se siente. ¿Y de que vale? ¿De qué vale si un desierte se abre ante ellos? De qué vale si están en distintas orillas, y no hay puente que los acerque, que los una. Que los aleje de sus realidades, para ahcer una nueva y hermosa realidad.
No hay una voz que les diga que todo saldrá bien. Caminando a ciegas por una ciénaga de dudas. ¡Pobre amantes insulsos! Los espera la ruina eterna de la distancia y desolacion. ¡Pobres almas gemelas! Unidas para siempre por sus amores, sin poder escapar una de la otra.
Y, sin importar el tiempo ni el dolor, se alzan magnificos, cada uno en su orilla. Contemplándose, extasiados. Viendo como la vida se les va por delante, y nada pueden hacer para detenerla. Deseando dar un giro inesperado, y estar, él junto a ella, ella junto a él. Correr libres, tomados de la mano, burlarse de las críticas que los acechan de todos lados.
¡Qué importan ellas!
El río que los separa es violento y torrentoso. Sin embargo, no le temen. No es el agua lo que los atemoriza. El horror de tenerse, y luego perderse es aún mayor. El miedo a probar de aquella miel tan dulce y suave. De beber de aquel licor tan embriagador y extasiante. De oler el perfume de la pasion. Y luego perderlo. Perderlo para siempre.
Olvidar lo vivido, olvidar sus existencias. Olvidar su amor, su pasion.
Olvidarlo todo.
Y, más aca, aún me encuentro de pie, con los ojos cerrados, imaginando que él esta aquí, y que no se irá.
febrero 22, 2008
Recuerdos y añoranzas
La pareja miraba el suelo, ella azorada, el avergonzado. El pálido sol del atardecer daba a sus ojos un brillo especial, un brillo de sentimientos perdidos y olvidados. Ella preguntó por qué. El negó con su cabeza, y dió media vuelta. La chica se sentó apoyada en el tronco del árbol, y la tierra ya no era de reencuentro, y el verde ya no era verde, y el rosa no era rosa. Los susurros ya no eran susurros. Creyo morir en aquella noche incierta de su alma. Pudo ver el dolor en cada partícula de su alma, y deseó volver atrás, no haber seguido aquel camino, haber dado la vuelta junto a él cuando podía, haber cruzado el puente que los separaba. Y ahora, en la noche sin luna, la añoranza brotaba de su alma, y caía por sus ojos. Y la música de fondo eran sus gemidos, sus murmullos, sus gritos. No había una mano amiga que la sacara del dolor, no había una palabra tierna que la hiciera despertar. Era un barco viajando a la deriva por un mar de injusticia.
Y una estrella fugáz. La estrella de su alma desgarrada. La estrella que representada sus más hondos anhelos, vino a iluminar su corazón. Ella sonrió. No era justo, no era comprensible, no era aceptable, pero era así. No se merecía lo que le sucedía, no había hecho nada para perderlo, pero había sucedido. Cerró los ojos y buscó en el fondo de su alma los momentos compartidos, las sonrisas robadas, las manos entrelazadas. Se puso de pié y partió, con el recuerdo de la más bella amistad que había sentido, con el recuerdo del amor imposible más posible que había experimentado, con la razón de su tristeza y felicidad en la mente.
El había estado con ella, siempre y en todo lugar. Había estado alli. Y se había ido.
febrero 01, 2008
++Danza de Muerte++
Danza de Muerte
A su alrededor la gente danzaba y conversaba. Se movían con gracia, libres, girando sobre sí mismos, agachándose y estirándose.
Sonrió.
Los bailes eran cada vez más extraños. Sería a causa de las luces parpadeantes que iluminaban el lugar, lanzando destellos brillantes que mostraban las expresiones de los bailarines.
La música era rápida, demasiado rápida. Tenía un ritmo constante, acompañado de efectos que lo hacían envolvente y sugerente.
Había niebla en todas partes. Quizás fuera a causa de las máquinas tira-humo que había en la fiesta. Aquella nebulosa causaba un efecto en la gente, que parecía dormirse cada vez más, sin dejar de danzar y conversar.
Habían muchos que se cansaban, y que paraban de danzar y se desplomaban en el suelo, agotados y adormecidos por el humo del ambiente.
Al parecer, era una fiesta al aire libre, porque corría una brisa fría que intentaba en vano despertar a los cansados bailarines.
Éstos, iban vestidos curiosamente, todos con chaquetas y sendos zapatos. Se les notaba un enorme cansancio en el rostro, pero un inconmensurable temor los invadía sólo al pensar en dejar de bailar. Debían bailar, no podían parar. Debían danzar.
La música se hacía más y más ruidosa, siguiendo con su ritmo constante, como de mil tambores sonando al unísono, como un repiqueteo a gran velocidad. Todo era tan envolvente, que hacía perder la conciencia.
Por más que se mirara o buscara, no había mujeres. En la fiesta sólo quedaban hombres, que seguían danzando, aun sin pareja, conversando a gritos unos con otros, para hacerse oír por encima por sobre la música.
El humo desaparecía a veces, para luego volver. Cada vez más jóvenes caían rendidos por el cansancio. Se desplomaban así, sin más, para dormir una larga siesta.
Las luces parpadeantes los rodeaban, cegándolos e impidiéndoles danzar con libertad. No debían acercarse a las luces, era la regla. Debían alejarse de ellas, danzar en la oscuridad.
Y, de pronto, todo cambió.
La gente danzante ya no danzaba ni conversaba. En lugar de esto, corrían, se agachaban y saltaban. Gritaban.
Las luces parpadeantes ya no eran luces, sino chispas que salpicaban por todos lados.
La música ya no era música. Los tambores ya no eran tambores. En cambio, eran graves descargas, parecidas a un disparo cruzando el silencio.
La niebla ya no era producida por máquinas, sino que era lanzada en bombas. EL humo ya no te adormecía, el humo te paralizaba y te impedía pensar, correr, escapar. EL humo te mataba.
Los jóvenes cansados ya no se paraban a descansar. Caían, inertes, alcanzados por alguna luz, o muy intoxicados por el humo que respiraban.
Los extraños atuendos ya no eran sólo eso, sino que se conformaban de cascaos y gruesos trajes militares. Los sendos zapatos eran ahora eran grandes botines de guerra.
Y, en un segundo, letal instante, todo cobró sentido.
Un campo de batalla, una descarga mortífera, un grito ahogado… y todo se oscureció.